Paseo de las Personas Desaparecidas
Y del encuentro con ellas, con su memoria viva
Queridas familias:
Este es nuestro primer y tan esperado encuentro presencial, casi un año después del que tuvimos la víspera del 9 de marzo 2020, en el Congreso de los Diputados. Celebramos aquel día el 10º aniversario de la Declaración por el propio Congreso del Día de las Personas Desaparecidas sin causa aparente. Muchos de vosotros tomasteis la palabra para expresar las principales demandas de la Carta de Derechos que hemos venido elaborando desde el primer Foro de familias, el de Úbeda-Baeza, de 2015. Hemos hecho mucho camino juntos desde entonces a hoy. Incluida la travesía de la pandemia de la que apenas estamos saliendo ahora. Un tiempo marcado por el confinamiento y el estado de emergencia en el que tuvimos que echar mano de las tecnologías para combatir el aislamiento a través de aquel Diario de Ausencias, continuado después – y aún en la actualidad- en la radio: Radio5.RNE.
Durante la pandemia una de las palabras más repetidas ha sido INCERTIDUMBRE: en ella se resume la experiencia vivida por la totalidad de la población. Vosotros, familiares de personas desaparecidas, llegasteis a esa incertidumbre desde vuestra vivencia anterior de meses, años y hasta décadas. Nadie como vosotros conoce el efecto corrosivo de la incertidumbre. Vosotros acumuláis la sabiduría que consiste en sobreponerse a la incertidumbre, sabiduría por la que la psicóloga Flor Bellver os llamaba, con razón, SUPERVIVIENTES. Vosotros sois maestros en RESILIENCIA, esa otra palabra emergente que expresa el difícil equilibrio entre seguir buscando y seguir viviendo, por decirlo con palabras de Carmen Gómez Alarcón, hermana de Juan Antonio, desaparecido en Mijas, Málaga, en 2010.
Ser resilientes significa también ejercer el derecho a la esperanza a pesar de todos los pesares, de todos los silencios, de todas las esperas sin respuesta y de las horas de desesperanza.
He tenido el privilegio de que me aceptarais como compañero de viaje en algunos de esas travesías y de que me hayáis otorgado licencia para traducir en palabras sentimientos y determinaciones íntimas como TE BUSCARÉ MIENTRAS VIVA .
Mucho antes de convertirse en título de un libro te buscaré mientras viva expresa un mandato del corazón que la inteligencia no discute.
El de Juan Gª Legaz como adelantado de la familia de Juan Pedro Martínez Gómez, el niño de 10 años que partió de la pedanía de Los Canóvas, municipio murciano de Fuente Álamo, en el camión cisterna conducido por su padre, Andrés y en compañía también de Carmen, su madre. El pasado 25 de junio se han cumplido 35 años del accidente en el que murieron sus padres y desapareció Juan Pedro, desde entonces conocido como el Niño de Somosierra. El mismo mandato que he visto poner en práctica desde hace 32 años a Maricarmen Orrit, asumiendo la representación de la madre y los 13 hermanos en la búsqueda de Isidre y Dolors, de 5 y 16 años, desaparecidos de una habitación de hospital en la Manresa del año 1988. El que Antonia Guevara y sus hijos Jorge y Raúl mantienen vivo por David, el llamado Niño pintor de Málaga, cuyo rastro se perdió una tarde de semana santa del año 1987. El mandato que llevó a Juan y a Luisa tras los pasos perdidos de su hija Cristina Bergüa un domingo del año 1997 y que les hizo poner en pie InterSOS, la Asociación de familiares pionera, bajo cuyo impulso los derechos de los desaparecidos llegaron hasta el Congreso y el Senado y al Parlament de Cataluña, y bajo cuyo empuje los Mossos d´Esquadra crearon en 2010 la primera Oficina de atención a las familias de personas desaparecidas. Desde el sur al que habían regresado tras años de emigración en Suiza, Antonio y Teresa, suman ya 21 años de lucha, tres más de los que tenía su hija Teresa Fernández cuando desapareció en Motril, Granada. No muy lejos de allí, en Carboneras, Almería, Fina García ha tenido que romper trece años de silencios para reivindicar la memoria de su hijo Joaquin Fernández. En la Almería interior, en Turre, las dos hijas de Lucía García siguen clamando por la continuidad de la búsqueda que permita desentrañar la desaparición sin causa conocida ocurrida hace ya cinco años. El Alzheimer que había hecho sedentaria a Josefa Padilla, le empujó a una deambulación sin rumbo y le hizo desaparecer a continuación, probablemente no muy lejos de su casa en una pedanía de localidad jienense de Quesada. Todavía no hace un año que falta de su casa en Adra, Juan Andrés Barranco. Fue hacia finales del año pasado cuando se marchó atormentado por problemas mentales agudizados tras su divorcio. La salud mental, que hace especialmente vulnerable a quien padece alguna de sus patologías, está detrás también de las desapariciones sin resolver de Oscar González Barco, de Santa Coloma de Gramanet, y de Alberto Hernandez, desaparecido muy cerca de aquí, en la vecina localidad de Mula. Problemas de personalidad, quizá una desmesurada autoexigencia, parecen haber empujado a Jose Felix Esquerdo a abandonar la vida que compartía con su madre Isabel en Alicante. Desde Octubre pasado todas las búsquedas han resultado infructuosas, pero Isabel no va a permitir que se detengan hasta saber que fue de él.
También se ha unido a este encuentro Marisol Burón, madre de Marta Calvo, la joven valenciana, víctima de una doble desaparición : la primera que terminó en diciembre de 2019 con la confesión de su presunto asesino; la segunda, aún abierta al no haber sido localizado su cuerpo.
Remedios ha venido desde Sevilla, la ciudad donde recibió la llamada de socorro desde el mar de su hijo Lolo Rios. La búsqueda de salvamento marítimo no dio resultado. Remedios sigue guardando 10 años después la mochila con ropa seca que había preparado para que su hijo pudiera cambiarse al ser rescatado.
En Hornachos, Badajoz, el pasado 9 de mayo se cumplieron cuatro años de la desaparición de Francis Cadenas; su marido y sus tres hijos -representados hoy por Javier- no han cesado de reclamar la intervención de la UCO, con el respaldo constate de sus vecinos.
Desde Barcelona la familia de Diego Vargas sigue preguntando a posibles testigos de la zona de Tarrasa en la que se esfumó su rastro en un viaje del que debía regresar el mismo día. Su madre y sus hijas pequeñas se quedaron esperándole con la comida puesta.
Desde la capital catalana ha venido Isabel Movilla, madre de Caroline del Valle, una niña de 14 años desaparecida en marzo de 2015. La incertidumbre es aún más demoledora cuando la familia de un desaparecido, como la de Carol, tiene que escuchar como hipótesis más probable la de un “homicidio con ocultación de cadáver”. De ese mismo año, y también siendo aún un menor de 16 años, es la desaparición en Córdoba de Paco Molina de la que hoy se cumplen seis años. Sus padres, Isidro y Rosa, han promovido junto a otras familias la Asociación AFADECOR con una especial dedicación a las desapariciones de menores.
Las hermanas de Mary Sánchez Moya también llevan ya dos décadas completas, desde 1990, empeñadas en el recuerdo activo de una desaparición envuelta en la bruma del maltrato. La misma causa, llevada a extremos de terror psicológico, que hizo desaparecer de su casa en Cartagena, Murcia, a María José Bermudez. Su madre ha sido y sigue siendo la abanderada contra el olvido de esta ausencia forzada y quien ha tomado el relevo del cuidado de los dos hijos que dejó María José. Y aún confía en que la noticia de que el presunto maltratador ha muerto le anime a volver “si aún está entre nosotros”, añade Isabel.
No muy lejos de aquí, en Orihuela Costa, la despedida del año 2018 que Henry Alejandro Jiménez había organizado con sus amigos, terminó con una brutal agresión seguida de su desaparición. Tanto Gina, su madre, como su hermano Andrés no pueden entender ni admitir que la investigación siga en punto muerto existiendo tantas evidencias y testigos de lo ocurrido.
Dos trayectos inversos, de España a América y de América a España, se cruzan en la peripecia de dos personas desaparecidas en plena juventud y durante una actividad de ocio. Nathaly Salazar viajó al Cuzco peruano en 2018 y allí un supuesto accidente acabó con su vida, según el testimonio de los responsables de la atracción deportiva, hoy encarcelados. Alessandra y. Marcelo han viajado hasta cinco veces a Perú para intentar repatriar el cuerpo de Nathaly; han soportado extorsión económica y psicológica en un grado extremadamente cruel. También Tamara, hermana de Nathaly.
El otro joven es Julián Esteban Beltrán llegado desde Colombia a Cataluña donde había conseguido trabajo como peluquero. En los últimos días de la pasada Navidad una incursión festiva a Montserrat terminó de manera incierta. Julián dejó de comunicarse. Su madre viajó expresamente para intentar dar con él, algo en lo que sigue sin descanso. Tampoco ha parado quieta un momento Ana Herrero, madre de Borja Lázaro, el joven ingeniero a quien su pasión por el fotoperiodismo le hizo adentrarse en la Guajira colombiana habitada por los wuayus. Hace siete años ya.
El tiempo no lo cura todo, rezaba una pancarta en una de las primeras acciones públicas post pandemia. Y bien que lo sabe Belén Elvira, hermana de Alberto, desaparecido hace 47 años en Lanzarote, uno de los casos más antiguos de los que tenemos noticia. Belén prestó su voz de mezzosoprano a la causa de todos los desaparecidos en un programa televisivo de talentos musicales. Y el impacto llegó a millones de personas. Por llegar llegó hasta este lugar que nos reúne hoy: Albudeite. Rio de la miel. Contrapunto amable y solidario al olvido que es amargo y hosco. A la corporación municipal y a su Alcalde debemos la iniciativa de crear este espacio : Paseo de las Personas Desaparecidas. Y del encuentro con ellas, con su memoria viva. Gracias por hacerlo posible, Alcalde. Y a todas las familias por venir. Este Paseo simboliza el camino compartido que reemprendemos hoy por los desaparecidos y que debe continuar sin pausa… hasta encontrarlos.
Paco Lobatón,
QSDglobal. Albudeite 2 julio 2021