Los padres que recorrieron cortijos y entraron en la cárcel por amor

 

 

Laura Ubago |ideal.es

Teresa, la madre de María Teresa Fernández, la joven que desapareció en el año 2000 en Motril, tiene de fondo de pantalla en su teléfono la foto de su hija. Hay un mensaje en letras grandes. Pone ‘te quiero’. Han pasado 17 años y si ahora mismo les propusiesen a estos padres -más que coraje- hacer una batida arrancarían con las mismas fuerzas de los comienzos. Lo han pasado muy mal. Teresa llegó a tener una anorexia nerviosa y una depresión de los que se ha repuesto por las ganas de saber la verdad. Antonio se emociona mucho, seca las lágrimas detrás de las gafas y asegura que jamás en la vida dejarán de buscar a su niña bonita. Y basta solo mirarlos para saber que dicen la verdad.

Entra en escena el periodista Paco Lobatón. Ese hombro eterno para las familias de los desaparecidos. Esa voz de la experiencia que enumera con nombres, apellidos y ciudades de origen a casi todos los que faltan.

Paco viajó ayer a Motril con su coche, solo, para visitar a los padres de María Teresa. Los dos perrillos de la familia saltaron como locos al verle. En realidad, saltan con cualquiera pero para ellos, para los padres de María Teresa, Lobatón es de esas personas cercanas a las que recibir en casa, en el sofá o en la mesa, con los retratos de la joven mezclados con los de sus sobrinos que no conoce.

 

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