26 mayores han sido localizados sin vida en lo que llevamos de año

Severino Coello Casado, vecino Astorga de 84 años, ha sido el último nombre del que tenemos constancia. Salió a dar un paseo y no regresó. Saltaron las alarmas, comenzó su búsqueda y las calles -también las redes sociales- se poblaron de carteles con su foto. La incertidumbre y el dolor se instaló en todos y cada uno de sus familiares y amigos. El peor desenlace se cumplió cuando la unidad encargada de la investigación localizaba su cuerpo sin vida. No es un caso aislado. Ya son 26 mayores los  que han sido localizados sin vida tras activarse una alerta por desaparición. Y 17 más siguen en paradero desconocido. Las cifras desgarran. Ayudar nuestros mayores, ponerlos a salvo, es una emergencia prioritaria.

Desorientados quizá, desaparecidos nunca

Las personas mayores con desorientación, Alzheimer o algún tipo de demencia comprenden un grupo de riesgo en la problemática de las desapariciones. De hecho, el 25% (81 de 324) de las alertas de alto riesgo activadas por la Fundación QSDglobal en 2018 se corresponden con personas mayores de 65 años.

Al alarmante dato hay que sumarle una realidad dramática: cada semana ha sido localizado sin vida un mayor desaparecido, lo que arroja una cifra anual de fallecimientos superior al medio centenar. Este riesgo puede limitarse si actuamos de manera colectiva y colaborativa, con medidas de prevención y la utilización de protocolos y sistemas de alerta destinados a las familias -su entorno más cercano-, a los centros residenciales, a los hospitales y a las asociaciones de Alzheimer y la población en general. Es urgente –y prioritario- poner a nuestros #MayoresASalvo.